
Uno de los mejores regalos que podemos hacerle a nuestros hijos a lo largo de su desarrollo es brindarles una estructura, a partir de una rutina.
La estructura le permite al niñ@ saber qué sigue, por lo que puede predecir y eso hace que se sienta seguro.
Los seis primeros años de vida son formativos, es en esa etapa en la que inculcamos y enseñamos valores y hábitos que esperamos nuestros hij@s integren.
De los 7 a los 12 años de edad, es un periodo de latencia, es decir, es un periodo de práctica, en el cual van a reforzar todo lo que les enseñamos los primeros seis años de vida.
En esta etapa, podemos caer en una zona de confort en la cual pueden suceder dos escenarios:
a) No me doy cuenta que mi hij@ puede hacer más cosas por sí mism@ y generalmente se lo resuelvo yo.
b) No lo dejo hacer cosas por sí mism@ por que implicaría más trabajo para mí.
En el primer caso, muchas veces tendemos a hacer demasiado por ell@s, generalmente no nos damos cuenta que ya están listos para hacer algo más. Es muy importante cambiar un poco nuestra forma de enseñarles a nuestros hij@s, por ejemplo, en lugar de decirle: “ponte el suéter por que hace frío…” podríamos decirle: “abre la ventana y asómate a ver qué tal sientes el clima… ó a ver fíjate cómo está el día y decide si es necesario que te pongas tu suéter…”
Cuando hacemos esto, los mensajes que le mandamos a nuestro hij@ son:
- Tu puedes hacerlo por ti mismo
- Sé que eres capaz
- Estás creciendo y me doy cuenta de que ya no me necesitas tanto.
- Respeto tu proceso de desarrollo
- Te quiero pero no te asfixio
- Te acompaño en tu desarrollo
- Veo que tienes mayores habilidades
En el segundo caso, puede suceder que por ejemplo mi hij@ de tres años quiere comer por él mismo, pero qué implica eso?….. pues que va a hacer un tiradero y se va a tardar más del tiempo que yo quiero invertir o que tengo disponible….. entonces mejor yo le doy de comer.
Esto sucede, por que es más cómodo para mi estar en control de la situación, y justamente eso es estar en mi zona de confort. Cuando dejo de enfocarme en lo que necesita mi hij@ en cuanto a su desarrollo y solo me enfoco en lo que “me conviene” a mí, estoy interfiriendo en el proceso de desarrollo y madurez de mis hij@s.
El proceso de desarrollo y madurez es como si fuera un río, va fluyendo y cuando estoy en mi zona de confort es como si pusiera piedras en el río y entonces paro su cauce…… y cuando eso sucede el agua se estanca y no corre; lo mismo les sucede a nuestros hijos en su aprendizaje y en el desarrollo de habilidades.
Cuando te encuentres en esa situación, lo que puede ayudarte es preguntarte ¿esta decisión la estoy tomando pensando en mi comodidad o en lo que necesita mi hijo, aunque implique más esfuerzo para mi…?.
Esa puede ser una forma de saber si te encuentras en tu zona de confort.